ALIMENTACIÓN CONSIENTE: LA CLAVE PARA EL CAMBIO DE HÁBITOS
El 16 de octubre celebramos el Día Mundial de la Alimentación, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de lo que comemos.
¿Sabemos cómo integramos la alimentación en nuestras vidas?
La alimentación va mucho más allá de simplemente ingerir alimentos para satisfacer el hambre. Comer es un acto que nos afecta en muchos sentidos: físico, emocional, social y mental. Por eso, en lugar de centrarnos únicamente en qué comemos, es esencial prestar atención a cómo lo hacemos y cómo nos sentimos al respecto.
¿Qué implica realmente la alimentación en nuestras vidas?
Alimentarnos no es solo una cuestión de nutrientes. La comida está presente en muchos aspectos de nuestra vida: celebraciones, momentos de confort, reuniones familiares e incluso en situaciones de estrés o tristeza. Seguro que puede resultar familiar el caldo que nos preparan con todo el cariño cuando no nos encontramos bien, el plato favorito que no falla en una ocasión especial, el olor a dulces recién hechos de un obrador, una receta tradicional como ahora, “Els Panellets” por la castañada… Comer también puede ser una respuesta emocional a lo que estamos viviendo en nuestro entorno. Una forma de cuidar, de celebrar, de disfrutar, de experimentar la cultura y las tradiciones. Esta maravillosa conexión, si no somos conscientes de ella, puede llevarnos a hábitos poco saludables.
Muchas personas intentan mejorar su alimentación con cambios drásticos, siguiendo pautas estrictas, tendencias, modas alimentarias y eliminando grupos de alimentos sin necesidad. Esta combinación se acaba convirtiendo en un suplicio que no se adapta a sus necesidades, estilo de vida y preferencias. Una de las claves del éxito en un cambio de hábitos alimentarios saludables no está en seguir reglas rígidas, sino en integrar la alimentación de una forma que nos ayude a sentirnos mejor, tanto física como emocionalmente y que nuestra alimentación se adapte a nosotros y no al revés.
Ser conscientes de lo que comemos
Uno de los pilares de una alimentación saludable es la conciencia. Ésta, nos da la libertad para elegir. No solo debemos pensar en los alimentos que consumimos, sino también en cómo nos afectan. Comer conscientemente implica estar presente en el momento de la comida, disfrutar del proceso y escuchar a nuestro cuerpo. A menudo, comemos de manera automática, sin prestar atención a si realmente tenemos hambre o si estamos satisfechos. Cuando entramos en este piloto automático,comemos por comer, comemos alimentos que realmente no nos gustan tanto, que no nos sientan bien… Esta desconexión nos lleva a hábitos que no siempre son los más adecuados para nuestra salud.
Cuando comemos conscientemente, tomamos mejores decisiones, y lo más importante, somos nosotros quienes elegimos. Aprendemos a reconocer lo que nuestro cuerpo necesita y también a disfrutar de la comida sin culpa.
La frustración de los intentos fallidos
En mi experiencia como dietista-nutricionista, he visto que muchas personas creen que no logran mantener una alimentación saludable porque carecen de fuerza de voluntad. Sin embargo, la verdadera razón no está en la falta de compromiso, sino en la ausencia de herramientas prácticas para implementar esos hábitos en su vida diaria.
Un cambio de hábitos no se trata de una carrera de resistencia en la que lo único que importa es aguantar lo máximo posible. Se trata de aprender a integrar esos hábitos de manera que no se sientan como un sacrificio, sino como una parte natural de nuestra vida. Cuando entendemos esto, la alimentación deja de ser una fuente de frustración y se convierte en una aliada para nuestro bienestar.
Cómo hacer que la alimentación sea nuestra aliada
Para lograr un cambio de hábitos real y duradero, uno de los factores fundamentales es entender cómo podemos utilizar la alimentación a nuestro favor. La comida no debe ser una fuente de estrés o una barrera para nuestro bienestar. Al contrario, debe ser un espacio donde podamos cuidar de nosotros mismos, de nuestras necesidades, una herramienta de autocuidado, empoderamiento y reconfort.
La mayoría de las personas sabe, en más o menor medida, qué es lo que debe comer para una alimentación saludable, pero el verdadero desafío radica en hacerlo de manera fácil y sostenida en el tiempo. Aquí es donde entran en juego las herramientas y los recursos que facilitan el proceso. No se trata de seguir reglas estrictas, sino de encontrar un equilibrio donde podamos disfrutar de lo que comemos sin sacrificar nuestra salud.
Disfrutar sin culpa
Disfrutar de la comida es esencial para mantener una relación positiva con lo que comemos. El problema surge cuando este placer se asocia con la culpa, y empezamos a ver ciertos alimentos como "malos" o "prohibidos". En lugar de demonizar los alimentos, deberíamos aprender a disfrutarlos de manera equilibrada, sin sentirnos mal por hacerlo.
Podríamos decir que, la alimentación saludable no consiste en seguir dietas rígidas ni en eliminar todos los placeres de la mesa. Está en encontrar una forma de comer que nos permita disfrutar de la comida, cuidando de nuestra salud y bienestar. Para ello, necesitamos herramientas prácticas y recursos que nos ayuden a implementarlo de forma fácil y sostenible.
No se trata sólo de qué comes, sino de cómo lo haces y cómo te sientes al hacerlo. Haz de la alimentación tu aliada, una forma de cuidar tu salud y disfrutar de tu día a día de manera consciente y sin culpas.
Sara Sánchez
Dietista-Nutricionista clínica especializada en educación alimentaria
Colegiada CAT 001540